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Impulsando el futuro de Chile desde el Capital Humano

José Esteban Garay, gerente general, OTIC CChC 

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En un escenario tan desafiante como el actual, con nuestro país enfrentando obstáculos evidentes desde el frente interno y externo, además de un crecimiento económico todavía insuficiente, las reflexiones surgidas del Encuentro Nacional de Empresarios (Enade) resaltan la urgencia de transformar la dinámica entre el mundo educativo y laboral para impulsar a través del desarrollo del capital humano, el salto de Chile hacia una nueva fase.

El llamado a la acción es claro: es momento de dejar atrás la "inmovilidad" que ha caracterizado al país en los últimos años. Las voces de destacados líderes empresariales y autoridades de Gobierno convergen en la necesidad de enfocarse en tres pilares esenciales: capital humano, gobernanza efectiva y adaptación a la economía digital.

Durante su exposición en Enade, el gerente general de Quiñenco, Francisco Pérez Mackenna, fue enfático al señalar que el factor más relevante para potenciar el crecimiento de un país es su capital humano, puntualizando incluso que “en una comunidad donde hay capital humano, el rendimiento es hasta 40% mayor”. Sabemos que su impacto en el PIB es significativo y se vuelve fundamental para el crecimiento sostenido a largo plazo, ya que es determinante en la productividad y en la capacidad de innovación de los países.

Para avanzar en el fortalecimiento del talento país, hay acciones concretas que tomar rápido, tales como priorizar la implementación de salas cuna de calidad, un aspecto clave para fomentar la participación femenina en la fuerza laboral. También el de relevar el capital humano como el activo más importante para el desarrollo sostenible del país, dando importancia a la escolaridad y el entrenamiento laboral, áreas en las que Chile necesita mejorar significativamente para equipararse con economías más desarrolladas. 

Aumentar la inversión en formación continua, mejorar su calidad y pertinencia, nivelar las capacidades digitales de la población y dotar de mayor flexibilidad al mercado laboral, emergen como elementos fundamentales para enfrentar los cambios que está experimentando el mundo del trabajo, y los sistemas educativos actuales no han logrado adaptarse a esta nueva realidad. La desconexión entre lo que se enseña en las aulas y las habilidades que se les exigen a los trabajadores en las empresas, es cada vez más evidente. La educación basada en habilidades prácticas y el aprendizaje continuo son elementos centrales para cerrar esta brecha y preparar a las personas para las demandas cambiantes del nuevo contexto laboral.

La transformación digital y la creciente importancia de los activos no físicos en las economías modernas están redefiniendo la naturaleza misma del empleo. Estas tendencias ofrecen oportunidades sin precedentes para aumentar la productividad, pero también plantean desafíos significativos, incluida la posible exclusión de millones de trabajadores cuyas habilidades no coinciden con las nuevas demandas laborales.

Según un análisis de McKinsey, hasta 400 millones de empleos están en peligro debido a la automatización, lo que ejerce presión sobre un sistema educativo tradicional ya resquebrajado. Asimismo, un estudio que lideramos desde el OTIC-CChC en conjunto con la Universidad Católica señala que el 47% de los trabajadores no ha recibido formación en el lugar de trabajo en los últimos cinco años, destacando la necesidad urgente de estrategias educativas más adaptables y continuas. A lo anterior se suma que las PYMES emplean aproximadamente el 40% de los trabajadores de Chile, y evidencian casi nula utilización de la capacitación como herramienta de mejora en su productividad y en las capacidades de sus colaboradores.

La visión integradora expuesta en Enade pone de manifiesto la necesidad de una gobernanza eficaz que facilite la colaboración entre el sector público y privado. La formación laboral y la especialización continua deben convertirse en prioridades estratégicas para revitalizar nuestra alicaída economía.

La tarea es titánica pero alcanzable. Se requiere un compromiso sostenido y una acción coordinada para desbloquear el potencial económico de Chile. La colaboración activa entre actores clave, desde líderes empresariales hasta responsables políticos, es crucial para implementar las reformas necesarias y crear un entorno propicio para el crecimiento inclusivo y sostenible del país.

El camino hacia un futuro próspero para Chile pasa por entender que su capital humano es uno de sus principales activos, y a partir de esa reflexión, tomar las acciones necesarias para potenciar ese talento, a partir de una mejor gobernanza y comunicación entre los sectores educativos y laborales, y la plena integración a la nueva economía digital. Estos pilares representan el fundamento sobre el cual construir una economía dinámica y resiliente que beneficie a todos los chilenos.

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